Oler la caca no es algo de gusto para nadie, ni siquiera aunque sea la de tu bebé. Las familias que se decantan por los pañales ecológicos pueden percatarse de que este olor se hace más evidente. De hecho, en cuanto el niño defeca se puede notar en el ambiente al instante. La intuición nos lleva a creer que son mejores los pañales tradicionales, que enmascaran el olor de la caca durante ¿muchas horas? Lo natural es que la caca huela al salir del cuerpo humano. Esto es así para toda la especie. Esa contención del olor que logran algunas marcas, se consigue de forma artificial mediante el uso de productos químicos utilizados en la fabricación de los pañales, y de capas plásticas que mantienen atrapado el olor en el interior del pañal. Podría considerarse una ventaja si no fuera porque, por un lado, muchos de esos químicos son tóxicos para los bebés, y su uso no debería estar justificado simplemente por su función de absorbe olores. Por otro, si el olor no es capaz de salir al exterior ¿cómo va a renovarse el aire dentro del pañal? Algo extremadamente necesario para que se produzca una correcta ventilación de la zona, a fin de prevenir humedades, irritaciones, dermatitis del pañal… De hecho, si lo pensamos fríamente, es una suerte saber que tu hijo acaba de hacerse caca justo en este momento, porque así puedes proceder al cambio del pañal sin demora. ¿Cuántas veces, usando pañales tradicionales, no has olido nada y te has percatado de que la caca lleva esperando dentro del pañal durante horas y que ha irritado mucho la piel del niño?
Resumiendo, un buen pañal ecológico os dará igual o mejor resultado que un pañal tradicional. Y eso sin tener en cuenta las ventajas extra de no contener químicos tóxicos, contar con certificaciones ecológicas y ser aptos para las pieles más sensibles. Animaos a darles una oportunidad y veréis cómo cambia vuestro punto de vista acerca de los productos eco.